jueves, 15 de septiembre de 2011

Westbam

Low Spirit Recordings - Alemania Quizá fue su pasión por el electro la que llevó al berlinés Maximilian Lenz, ahora millonario y treintañero, a apodarse a sí mismo como Westbam. Contracción de Westphalia (su terruño alemán de origen) y Bambaata, como el pionero de la electrónica robótica Afrika Bambaata, este gurú de la escena rave europea, sin embargo, se ha dado más a conocer por su música de baile desacomplejada y festiva que no por una cierta inclinación breakdancer. Desde comienzos de los noventa, cuando participó en el auge del club berlinés Tresor y más tarde firmó uno de los primeros (y más vendidos) maxis del sello subsiguiente, el totémico «Der Klang Der Familie», el nombre de Westbam ha ido asociado al del techno más evolutivo del continente, a medio camino entre la psicodelia trance y el punzante melodismo del hardcore en una posición absolutamente populista aunque no exenta de calidad. Aunque es más como empresario que como músico en lo que sobresale la labor de Westbam: impulsor de las dos raves más monstruosas de Alemania, el Mayday y, sobre todo, ese Love Parade que cada año congrega a millones de danzantes cuerpos sudorosos en la Puerta de Brandemburgo y aledaños, su nombre ha quedado ya impreso en los libros de historia de la música de baile, aunque sea a un nivel puramente sociológico. Además de haber hecho nacer y andar al Love Parade (en la actualidad está retirado de su equipo directivo), Westbam le ha puesto música: suyo es el himno oficial del evento, así como la idea de los hits más exitosos de los noventa, ese «Over The Rainbow» de Marusha que versionaba la banda sonora de la película musical «El Mago De Oz». En cualquier caso, Westbam nunca ha pretendido ser un intelectual: su música es para consumir inmediatamente y, si acaso, olvidar poco después. Eso sí, el buen rato quizá no lo haga olvidar nadie. Y hay incluso más en la vertiente empresarial de nuestro hombre: Low Life, un sello en el que es algo más que el artista estrella, ha visto la edición de sus últimos trabajos, el más popular de ellos un «We’ll Never Stop Living This Way», del 98, repleto de secuencias pegajosas e himnos ravers.

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