martes, 23 de agosto de 2011
The killers
Corría finales de 2002. Brandon Flowers había sido descartado de su grupo anterior, un artefacto synth-pop llamado Blush Response, por haberse negado a trasladarse con el resto de la banda a Los Angeles. Cruelmente destrozado, pero inspirado al ver a Oasis en directo (increíblemente los Hermanos Grim habían pasado por Las Vegas sin destrozarse) supo que su vida necesitaba más guitarras. Cuando vió el anuncio de Dave Keuning en un periódico local, mencionando a esa banda como influencia, supo que el destino le decía que se unieran. "Él fue la única persona que no era un verdadero freak de los que respondieron a mi anuncio", recuerda Dave, con cariño. "Se presentó con su teclado y directamente empezamos a bosquejar algunas ideas para canciones. Yo tenía algunas estrofas de "Mr Brightside" y él se puso a escribir los coros. Esa fue la primera canción que escribimos juntos y sigue siendo la única que hemos tocado en todos los conciertos de Killers".
Hasta aquí, tan románticos. El primer núcleo de la banda se empezaba a cementar, su nombre, sorprendentemente nadie lo había utilizado antes, lo tomaron de un vídeo de New Order. Se iban a convertir en la banda perfecta con canciones geniales creadas por chicos jóvenes con aspecto de modelos. Aquella banda se llamaba The Killers. "Yo quería que nuestra banda real fuera tan perfecta como la ficticia".
Tras intentarlo con un par de bajos y baterías diferentes, Brandon y Dave conocieron a Ronnie Vannucci, un fotógrafo de Little Chapel of Flowers y estudiante de percusión clásica en UNLV, y también a Mark Stoermer, que se dedicaba a la mensajería médica (sangre, orina, extrañas partes de cuerpos humanos...). Por su parte los miembros fundadores también tenían sus respectivos trabajos, Brandon, era botones en el Gold Coast Hotel; mientras que Dave empezaba a practicar su encanto entre las damas, atendiendo a las compradoras en su puesto de trabajo de Banana Republic. Los nuevos The Killers empezaron a escribir su disco.
Escribir a 120 grados de temperatura en el garaje que se había convertido en sala de ensayos, les proporcionaba un caluroso e intenso efecto. Y cuando no podían entrar en el garaje, usaban las técnicas espías de Ronnie para conseguir un pase de acceso a media noche a las instalaciones de la escuela de música de la Universidad. "Había casi 2000 pies cuadrados de lujoso espacio equipado con baterías, marimbas, platillos, pianos, etc... De modo, que durante un mes ó dos tuvimos un Marshall para cantar, un Deville para tocar, un Bassman para los teclados, un bajo de estudio para Mark y yo pude utilizar el fantástico equipo de batería de la UNLV", recuerda Ronnie. "Aunque me gustaría dejar claro que no hicimos mal uso de ninguno de los instrumentos durante el tiempo que estuvimos allí, porque somos músicos respetuosos, profesionales y por último, pero no menos importante, imaginativos".
Fue durante esas apresuradas sesiones cuando The Killers empezaron a albergar esperanzas dominadas por las raíces de su nombre y escribieron el grueso de las canciones que compondrían el álbum de debut, el convenientemente titulado Hot Fuss. Los prolíficos compositores, crearon unas canciones basadas en los celos y la paranoia, cuentos sobre asesinatos, víctimas del SIDA del Studio 54; novias andróginas y novios con cuernos, canciones sobre la ambición y el deseo de sobreponerse cada día.
Los comentarios sobre The Killers pronto corrieron de boca en boca. La banda captó la atención del sello independiente londinense, Lizard King, y se marcharon a Inglaterra para ofrecer el que sería su primer concierto fuera de Las Vegas (para algunos de los miembros de la banda, esta fue la primera vez que iban a utilizar el pasaporte) y publicaron una edición limitada de Mr Brightside en Septiembre de 2003. Los afortunados que pudieron asistir a estos primeros conciertos en Londres, salieron unánimemente enamorados ("Un brillante arsenal de melodías... Hoy por hoy, pocas bandas suponen una apuesta tan segura como The Killers ", aseguraba NME), mientras que la siguiente aparición del grupo en la fiesta CMJ de Nueva York, en Octubre de 2003, supuso un enorme despegue para la banda y el inicio de su contrato con Island Def Jam.
A partir de aquí, los chicos se pusieron a trabajar una vez más: estuvieron de gira en el Reino Unido con British Sea Power; todos sus conciertos fueron sold-out, incluyendo un atestado concierto de San Valentín en el ICA de Londres; fueron de gira también con Stellastarr, y, en medio de todo esto, produjeron su propio disco, con la aportación final de la pericia del legendario Alan Moulder (U2, Smashing Pumpkins) y de Mark Needham (Fleetwood Mac).
No todo fue pan comido, por supuesto. Hubo contratiempos en abundancia durante los tres meses que duró la grabación. La banda fue vapuleada por un terremoto durante el cual Ronnie salió despedido de su batería, mientras grababan Believe Me, Natalie; Tuvieron que luchar contra el fuego en el Simi Valley para poder ir al estudio a grabar Change Your Mind (que aparece en la versión americana del LP); y pensaron que iban a morir cuando el avión en le que viajaban golpeó una bolsa de aire y empezó a caer en picado cuando volvía del Reino Unido, tras su gira de Diciembre de 2003.
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